viernes, 8 de agosto de 2014

Abuso Sexual Infantil



"MI PAPÁ ME VIOLÓ"

Por Jefferson Velásquez


Según el reporte de Fundación Sobrevivientes, el 90% de los casos de abuso sexual infantil  en Guatemala son efectuados por familiares, amigos  o personas muy cercanas al círculo social de la víctima. Ya sea él papá,  hermano, primo, un tío, él abuelo, él  padrastro  o un amigo muy cercano a la  familia, todos estos parentescos han estado relacionados a un abuso sexual infantil.

El artículo 173 del Código Penal de Guatemala establece que: Comete violación quien con violencia física o psicóloga, tenga acceso carnal vía vaginal, anal o bocal con otra persona, o le introduzca cualquier parte del cuerpo u objetos, por cualquiera de las vías señaladas, u obliga a otra persona a introducírselos a sí mismo. Será  sancionado con pena de prisión de ocho a doce años. Con la posibilidad de aumentar la tercera parte de la sanción en circunstancias agravantes, y garantizar además que el violador no pueda evadir la cárcel.

Norma Cruz de fundación Sobrevivientes habla al respecto y comenta que referente al tema de justicia en casos de Abuso Sexual Infantil se ha avanzado, ya que en el 2007 se creó el Instituto Guatemalteco de Ciencia Forenses (INACIF), que evalúa a las  víctimas y puede rendir informes ante un tribunal. También la reforma del artículo 173 del código penal. Pero, el mayor problema es que en la mayoría de casos no se denuncia, ya que siempre está implicado un familiar.

RELATOS ESCALOFRIANTES

"Pase joven, ahora viene la señorita",  me dice una de las asistentes.  A los pocos minutos, entra una joven de apariencia humilde en el cuarto donde estaba. Su cabeza agachada y sin mirarme nunca a la cara, Mariela, nombré ficticio que utilizaré para mantener su identidad  protegida se sienta frentes a mí y  me pregunta  ¿que quiere que le diga? Yo le contesto, cuéntame tu historia. Ella, con su  voz casi inaudible, y sus ojos cristalizados toma fuerzas desde lo más profundo de su alma, suspira, y sus palabras comienzan a fluir.  Y yo, soy testigo de su relato...

Terriblemente asustada despierto cada noche después de ese día. Es una pesadilla que me atormenta, que hace brotar mis lágrimas de odio y amargura. En mi mente resuena ese gemido como aquella  canción que odias,   y que se repite  una y otra vez inconscientemente. Es ese olor nauseabundo que despierta mis  deseos de venganza. Ese recuerdo aberrante que me incita al suicidio  y así  terminar con esta pesadilla. Quisiera regresar en el tiempo y  pedirle nuevamente que  razone.  Implorarle otra vez  para que no lo haga. Pero es imposible, nada puedo hacer, solamente llorar y lamentarme de haber estado en ese momento, ese lugar, a esa hora, ese día.  El día que me violó.

Acaso no se compadeció al ver que apenas tenía once años. Que mi cuerpo inadaptado y no desarrollado era incapaz de permitir semejante locura. Pero,  él estaba decidido,  y también    poseído por la locura al tratar de entrar en mí  una y otra vez. Hasta que mi sangre derramada y estilando entre mis piernas  saciaron su irrazonable deseo.  Ahora yo,  tengo que cargar por el resto de mi vida este triste, despreciable e inmundo recuerdo, y con la nostalgia de haber dado en adopción a un hijo que odiaba.

Si cada víctima de abuso sexual en Guatemala pudiese escribir una carta como la  anterior, seguramente pasaríamos mucho tiempo leyendo cientos y cientos de cartas para tratar de entender el porqué de estos actos. Actos que humillan, deshonran, agreden y denigran el derecho humano. Y en el peor  de los casos, terminan con la vida de niñas y niños  que  han sido sido víctimas  de abuso sexual.